Toledo siempre se ha caracterizado por ser la ciudad de la convivencia de las Tres Culturas. Siempre nos gusta afirmar que, más que convivencia, lo que hubo en la ciudad de Toledo fue tolerancia entre esas diferentes culturas, al compartir las 260 hectáreas que tiene la parte antigua de la ciudad.
Gracias a la labor del Consorcio de Toledo, se han podido recuperar los restos arqueológicos de diferentes baños árabes repartidos por diferentes puntos del casco antiguo.
El origen de los baños árabes o Hamman
Los Baños del Caballel, Baños del Cenizal, Baños del Ángel, Baños de Tenerías, etc… Todo se enmarca en lo que se ha llamado “El Patrimonio Desconocido de la ciudad de Toledo”.
Hay que entender que, el baño árabe o Hammán, es muy importante dentro de la cultura árabe, y podríamos afirmar que son una herencia del mundo clásico.
Los había privados y públicos: Los baños privados estaban asociados a familias de alto nivel o palacios y los públicos que eran de uso común y que podían depender, por ejemplo, de una mezquita.
Y tenemos que entender que, el baño árabe, cumplía con diferentes funciones: la social (punto de encuentro, había salas para reunirse…), la de higiene y la religiosa (purificación espiritual).
Dentro del baño podíamos encontrar barberos, masajistas… La limpieza se hacía, sobre todo por la exfoliación de la piel tras la sudoración en esas salas calientes.
Importante también era su acceso: las mujeres y los niños solían ir por las mañanas y los hombres por la tarde, y las mujeres eran atendidas por mujeres y los hombres por hombres.
Por tanto, entre otras dependencias, el baño árabe se va a caracterizar por tener tres salas: la sala fría, la sala templada y la sala caliente.
Nos recuerda, pues, a las termas romanas y sus diferentes salas así que, como decíamos al principio, el mundo clásico va a influir en estas estructuras relacionadas con el agua.
¿Cómo era su estructura?
Se solía entrar por un zaguán, una zona de entrada que, normalmente, provenía de un patio, y detrás venía el vestuario seguido ya de las diferentes salas (sala fría, templada y caliente).
El techo era abovedado para que el agua, cuando se condensase, no gotease sino que cayera por la propia pared, y contaba con lucernos que servían para la entrada de la luz (que solía entrar tamizada por las celosías), lo que ayudaba a regular la condensación.
En la ciudad imperial, parte de estos baños árabes los hemos encontrado por la zona del antiguo Colegio de Infantes (hoy Museo de Tapices de la Catedral) y la barriada del pozo amargo ya que, muy cerca, se encuentra la Catedral de Toledo que fue la antigua Mezquita Mayor de la ciudad.
También se ubicaron aquí porque, esta zona, es una zona de vaguadas que iban a parar al río Tajo que se encuentra justamente debajo de estas zonas.
Junto a la plaza de las Fuentes (llamada así por ser una zona con agua) encontramos los Baños del Caballel y del Cenizal que el Consorcio de Toledo ha puesto en valor y que se pueden visitar a través de las diferentes visitas guiadas que se hacen, como nuestra visita “Subterráneos de Toledo«.
El baño del Cenizal, a día de hoy, nos permite conocer su parte de vestuario y su sala fría, y conserva detalles como el estuco que debía recubrir el ladrillo, considerado en aquellos momentos como material pobre al ser barato.
Llama la atención sus muros gruesos, destinados a sujetar la parte alta de los baños, las bóvedas.
En pleno casco de Toledo hay un claro ejemplo de estas construcciones, con una serie de bñoas de agua, el «tepidarium» (piscina de agua templada) aproximadamente a 36 grados, el llamado «caldarium» de agua más caliente (casi 40 grados) y, para terminar, el «frigidarium» que, como su nombre indica, es una piscina de agua fría a 18 grados.
La mezcla de temperaturas en estas 3 piscinas es ideal para activar la circulación.
No olvidemos el baño turco o sauna, con un calor «húmedo», para desintoxicar a través del sudor, al que complementa un te final para relajarnos, en uno de los famosos patios toledanos.
Los espacios no tenían mucha altura. Esto permitía mantener mejor la temperatura. Hay que tener en cuenta que, las salas calientes, toman la influencia de las antiguas salas calientes de las termas, los hipocaustos.
A pesar de la Reconquista por parte de los cristianos, el uso de los baños siguió conservándose, ya que no sería ya hasta con Carlos V cuando son prohibidos.
De ahí que, muchos de estos lugares, que ahora han quedado bajo las calles y casas de esta ciudad, pasaran a funcionar como lugares de almacén, cuadras para el ganado…
Muchos de estos usos posteriores han quedado reflejados en parte de su estructura como podemos observar en los baños del Cenizal, donde se adivina una parte que fue usada como pesebreras.
Gracias a estudios sobre el Toledo Islámico, como los de Clara Delgado Valero, podemos conocer sus costumbres, cómo era su día a día y sus diferentes espacios.